sábado, diciembre 30, 2006

El dictador y la dictadura de la muerte (2º capítulo)


Hace ya algunos años; EE.UU. Gran Bretaña y la España de Aznar comenzaban una aventura épica sin el respaldo de la comunidad y la legalidad internacional.

Este trío (con una foto recordatorio de su amistad) decidió atacar e invadir Irak, para proteger a Occidente (y por extensión al mundo) de las malvadas armas de destrucción masiva de Sadam Hussein y su régimen.

Comenzada la guerra los ciudadanos del mundo salieron a la calle a condenar esta iniciativa. En España pasado casi un año Aznar y el PP perdieron el poder, el PSOE con Zapatero en la presidencia sacó a España de esta guerra.

El 13 de diciembre de 2003 las tropas americanas capturaron al dictador iraquí en un pequeño agujero en algún lugar de Irak. Después de vejarle públicamente (con unas fotos que recorrieron el planeta), fue encarcelado y llevado a un tribunal de justicia.

El Alto Tribunal Penal iraquí juzgó a Sadam, en un juicio marcado por muchas eventualidades (asesinatos, secuestros...) y el 5 de noviembre de este año fue condenado a morir en la horca y finalmente esta madrugada esa condena se ha hecho efectiva.

El dictador iraquí fue juzgado y respondió por sus actos, pero por muy atroces que hayan sido estos no puede pagarlos con sus vida. Debería haber pagado con años y años de cárcel. Sadam ha muerto como un mártir para miles de ciudadanos musulmanes, cosa que solo traerá más odio hacia EE.UU y Occidente, cosa que no dará ningún tipo de estabilidad a Irak ni a la región.

La pena de muerte (en todos los casos) es un asesinato legal (en bastantes estados) pero no legítimo ni ético, la condena a muerte es un acto que no nos aleja demasiado del despotismo y terror de personajes como Sadam.

A veces los dictadores y aquellos que cometen crímenes contra la humanidad escapan de la justicia por su muerte natural. Otras en cambio la muerte es la abominable condena de la justicia.